Jorge Ledezma
Es un artista panameño que indaga, desde su obra, en las fronteras de nuestra humanidad, frente al avance continuo de la tecnología. Utilizando códigos visuales del arte abstracto y mecanismos del arte generativo, su trabajo aborda inquietudes fundamentales, como es el amor, la memoria, o la muerte. Temas todos que trascienden cualquier moda o localismo, apelando a una sensibilidad universalmente humana. Ha impartido charlas y talleres sobre arte generativo en varios países, como es el caso de: A conversation on Generative Art (Marfa, TX, EEUU); Computadores Fazem Arte (Rio de Janeiro, Brasil), y el Taller de Código Creativo (Ciudad de Panamá, Panamá), entre otros. Entre sus exposiciones más recientes están Libertad Parametrizada y Aitherios (ambas en el metaverso, 2021). Actualmente, sus obras se encuentran en varios proyectos artísticos como Foundation, Curo, Hic et Nunc, y otros exclusivamente de arte generativo, como es el caso de Art Blocks. Desde el año 2022, forma parte del Comité de Adquisición del Museo de Arte Contemporáneo (MAC) de Panamá.
Es alguien metódico, preciso, siempre atento a los detalles de su entorno. Su peculiar trayectoria le ha garantizado referencias culturales amplias, ya sean de música, ciencias, o artes visuales.
Cuando habla, busca el tono correcto de la voz dentro de la idea que quiere expresar, el lugar indicado de cada palabra. Inevitablemente, su obra artística es su consecuencia.
Muy joven supo que su camino eventualmente sería el arte. Fuera de esta, cualquier otra labor le garantizaba ese “deseo inextinguible de estar siempre en otro lugar”, del que habla Junot Díaz en una de sus novelas¹. Creció en un ambiente cultural, especialmente entre músicos. Su formación como arquitecto en la Universidade de Brasilia, lo llevó a vivir en la capital brasileña aproximadamente por 10 años; tiempo durante el cual, además de la influencia de toda la arquitectura moderna de la ciudad, descubrió la Historia del Arte, zy con ella a figuras como Salvador Dalí, Rothko y Willem de Kooning. Desde entonces, comenzó a proyectar una carrera como artista. Inicialmente, trabajó técnicas tradicionales, como la pintura al óleo, el carboncillo o incluso el arte instalativo; mientras que, de forma paralela, realizaba experimentos visuales con los, por entonces emergentes, medios digitales y lenguajes de programación. Con los años, estas pruebas fueron ganando en complejidad. Hasta que, en algún punto del 2017, gracias a una secuencia de afortunados accidentes, descubrió el término arte generativo. Y con él la certeza de que el camino que había venido recorriendo de forma autodidacta, durante las últimas 3 décadas, era completamente legítimo. Fue entonces que accedió a Art Blocks, y enriqueció su panteón personal de artistas con nombres como Vera Molnar, Rioji Ikeda, y Manfred Mohr, entre otros.
Arte generativo
Aunque el arte generativo, tal y como hoy lo conocemos, es un concepto que se comenzó a emplear sobre los años 60, como una forma de arte digital; también es cierto que durante siglos ha sido una metodología de trabajo inherente al proceso creativo de muchos artistas. De hecho, es posible encontrar precedentes incluso en los diseños de los azulejos girih, vistos en la arquitectura islámica desde el siglo XI-XII, y hasta en el «Musikalisches Würfelspiel» de Mozart (juego de dados de música), del siglo XVIII. Los poemas dadaístas de Triztan Tzara, a inicios del siglo XX, serían uno de los primeros casos dentro del arte contemporáneo. John Cage, William S. Burroughs y Marcel Duchamp son otros ejemplos del uso de estos procesos generativos para crear arte.
A grandes rasgos, el arte generativo se caracteriza por un conjunto de reglas, preestablecidas por el artista en el proceso creativo, comúnmente entendidas como algoritmos, que involucran al azar como una fuerza determinante. Algo así como una serie de senderos que el creador le otorga de forma intencionada a la obra, delineados con unos límites lo suficientemente estrechos como para que sea posible prever el resultado, con cierto grado de precisión; pero a la vez lo suficientemente amplios como para permitir la emergencia de eventos aleatorios, que modifiquen de forma única cada uno de esos viajes.
Así, el artista nunca obtiene el control total de la pieza, la cual termina gestándose en un diálogo entre su voluntad y las leyes del algoritmo. Recientemente, el arte generativo ha ganado relevancia internacional a través de la implementación de la tecnología descentralizada blockchain y con ella la posibilidad de crear Non Fungible Tokens (NFTs). Esto no solo resuelve un problema que ha angustiado a todo el mercado del arte digital desde sus inicios (la inevitable reproducción ilegal), sino que además le otorga nuevas potencialidades a este movimiento artístico.
SU Proceso
Un elemento determinante para entender la obra de Jorge Ledezma, dentro del arte generativo, es su proceso.
El relato
En el caso de la obra de Jorge Ledezma, encontramos que los temas que han direccionado su camino se alejan de los lugares comunes dentro del panorama regional, o incluso latinoamericano. Sus angustias artísticas escapan de las problemáticas sociales y de las teorías de género, para acercarse mucho más a dilemas universales. Quizás por ello, sus referencias son tan diversas como originales, pasando por Hilma A. F. Klint, Sol Lewitt, y Kjetil Golid; hasta fragmentos de Love, Death + Robots (Netflix, 2019), o Black Mirror (Netflix, 2011).
La idea de la singularidad tecnológica es el motivo principal alrededor del cual gravita su obra.
El término ha venido utilizándose por físicos y matemáticos desde 1957 para referirse a ese punto en la historia, en el que la tecnología gana su autonomía del hombre, superándolo incluso en aspectos que hasta el momento habían sido exclusivamente humanos, como la libertad o el arte. ¿Dónde pervive nuestra humanidad en este mundo de límites desdibujados? Es la pregunta que Ledezma busca responder con cada una de sus piezas.